Las actuales condiciones meteorológicas, con precipitaciones
abundantes y en ocasiones granizos y vientos considerables, sumadas a las altas
temperaturas de la estación, propician condiciones favorables para la
ocurrencia de trastornos en la fisiología de los cultivos y la aparición de
enfermedades de origen bacteriano o fúngico. En vista de estos factores, es
imprescindible que en los esquemas productivos se refuercen los tratamientos
fitosanitarios preventivos en base a funguicidas y productos bacteriostáticos.
Haciendo mención a los funguicidas, podemos reconocer dos
grandes grupos:
De contacto: actúan en el lugar donde hacen contacto con
la planta, y no son capaces de penetrar en el interior del vegetal. Estos
controlan hongos epífitos, es decir de desarrollo externo, como por ejemplo el
Oidio. Se reconocen fácilmente por el micelio, masa algodonosa externa.
Sistémicos: atraviesan la cutícula y traslocan vía floema
hacia otros puntos distantes de la planta. Estos controlan hongos endófitos, o
de crecimiento interno. Si bien pueden producir un micelio, el desarrollo de la
enfermedad se da hacia el interior de la planta, provocando síntomas de
clorosis, manchas, moteados, etc. que en muchos casos pueden hasta asimilarse o
confundirse con una deficiencia nutricional. Las enfermedades causadas por los
hongos aparecen siempre de la misma manera, se deposita una espora en la
superficie del vegetal o planta, la cual bajo condiciones propicias de
temperatura y humedad, dará lugar a la germinación y posterior desarrollo del
micelio ya sea en superficie o hacia el interior de la planta.
Los tratamientos fungicidas pueden ser de dos tipos:
Preventivos: previenen la germinación de las esporas y
posterior infección. Se utilizan fungicidas de contacto.
Curativos: cuando se debe controlar un micelio ya formado.
Se utilizan fungicidas de contacto para epifitos y sistémicos para endófitos.
La incidencia de un ataque de hongos, puede variar
drásticamente de un año a otro ya que dependerá de las condiciones del ambiente
en cada estación. Generalmente las infecciones se dan en primavera y otoño para
cultivos extensivos o a cielo abierto, mientras que en cultivos protegidos o de
invernadero pueden ocurrir en todas las estaciones. La gran variedad de hongos
existente hace que el fungicida sea un producto fitosanitario muy utilizado y
además porque también los hongos van generando resistencia a un fungicida
cuanto más concreto sea el punto de acción.
La elección del principio activo a utilizar, así como la
periodicidad de aplicación dependerá principalmente del tipo y estado
fenológico del cultivo, del riesgo potencial de ocurrencia de infección y del
destino de la cosecha del cultivo. Por todo ello es imprescindible recurrir al
asesoramiento profesional en este tema, en miras a lograr buenos índices
productivos con el mínimo impacto ambiental.
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